CRISTO

Cada martes ha sido muy especial porque he sentido cómo Dios quiere hablarme, quiere mostrarse de muchas maneras y cómo quiere hacerme saber de su inmenso amor. Me he sentido acompañada de verdaderos amigos que tenemos el mismo deseo de buscarle, conocerlo, amarle y servirle. Me reta, me compromete y me hace querer buscar su propósito en mi vida todos los días.

Sigo reuniéndome porque nunca he dejado de aprender. Es un ambiente en el que crezco no solamente en lo espiritual sino también en lo intelectual. La explicación es clara y resolvemos problemas actuales guiados por la Biblia. Aprendemos, porque tocamos temas humanos pero con explicaciones profundas, que nos conectan con lo que cada uno estamos viviendo. Se volvió un momento que comparto con mi esposo Ale, semanalmente. Hemos sido transformados por temas distintos, porque cada uno lo ve con sus “lentes de su propia experiencia”. Ha sido muy enriquecedor. El corazón regresa adonde encuentra paz, sigo conectándome porque he encontrado paz.

Para mí los martes, han sido y serán algo muy importante en mi día a día. Ya lo espero con ánsias todas las semanas, es un reinicio o un ‘refresh’ para seguir adelante con la relación con Dios. Conectarme me trajo algo que no había comprendido aún; lo importante que es tener ese espacio, esa intimidad con Dios. Es impactante lo fuerte que se hace nuestra relación, cuando empezamos a hablarle de cerca. De verdad nos escucha. No quiero separarme de él. Dios no quiere una relación solamente pública, sino una íntima y cercana. Aparte, me trajo el poder decirle “estoy para servirte“, de verdad. Estoy muy enamorada de Dios y “no me quiero ir de casa“.

Más que por religión, reunirme los martes ha servidor para encontrar la relación que estaba buscando con Dios. Por mucho tiempo, intenté hacerlo a mi manera. Acá encontré las herramientas correctas y el camino correcto para encontrarme con él, genuinamente. No busco marcar mi asistencia por obligación. Lo que más me ha servido ha sido poner en práctica en mi diario vivir, lo que hemos aprendido. He aprendido a enfocarme en hechos tangibles, que han impactado mi área personal, familiar y laboral, para tener una vida más plena. Antes de conectarme, estaba muy atormentado. Ahora tengo plenitud por parte de Dios directamente. Ahora por primera vez viví un momento sobrenatural, en oración.

Las reuniones me han ayudado a ser más paciente, a respetar a las personas y a aceptarme a mí misma. Viví algo sobrenatural cuando mi casa fue limpiada espiritualmente y sobre todo cuando luego de orar, hallé a Ricardo el hombre con quien voy a casarme.

Mi mejor amiga me invitó a una reunión para sentirnos de nuevo cerca de Dios. Tenia unos años de haber dejado de tener esa comunión con él y a partir de las reuniones de los martes fui sintiendo nuevamente esa conexión, que siempre hemos tenido y yo he pausado por distintas circunstancias. Como testimonio de este equipo, puedo decir que he experimentado un acercamiento más fuerte con Dios. Logré perdonar de corazón a una persona muy cercana a mi familia, que por mucho tiempo nos hizo daño y pues sentir esa liberación en mi corazón fue un gran alivio que Dios me regaló a través de estas sesiones. Además de un crecimiento en Cristo y volver a acercarme a la lectura de la Biblia. Ahora he aprendido a decirle Papá porque a pesar que mi papá terrenal ya no está conmigo ¡Mi Dios ha suplido ese papel en mi vida!

Esta experiencia, me enseñó acerca de la importancia de alimentarme espiritualmente. Cuando paso dificultades o estoy ajetreada, tengo que esforzarme y hacer lo mejor que pueda para conectarme con Dios. Esos son los momentos en los que más necesito la ayuda del cielo para determinar mis prioridades y en especial escuchar al Espíritu Santo que ha sido mi guía eterna. Aprendí aquí probablemente una de las cosas más importantes que me han servido y es el hablar con él directamente porque siempre tiene respuesta, de alguna manera llega.